Los Comentarios al Libro de la Ley

escrito por Aleister Crowley

traducción y notas al pie por Yemeth
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2.32.- Además, la razón es una mentira; pues hay un factor infinito y desconocido; y todas sus palabras están torcidas.

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No tenemos datos suficientes sobre los que razonar. Este pasaje sólo se aplica a la crítica "racional" de las Cosas de Más Allá.

Nuevo Comentario

El "factor infinito y desconocido" es la Voluntad subconsciente. '¡Adelante con el jolgorio!" 'Sus palabras' - la plausible patraña de los periódicos y las iglesias. ¡Olvídalas! Allons! Marchons!
Se ha explicado detalladamente en una nota anterior que la "razón es una mentira" por naturaleza. Aquí podemos añadir ciertas confirmaciones sugeridas por el "factor". A y a (no-A) juntos forman el Universo. Dado que a es evidentemente "infinito y desconocido", su igual y opuesto A también debe serlo. Además, a partir de cualquier proposición S es P, la razón deduce "S es no p"; por lo tanto la aparente finitud y cognoscibilidad de S es engañosa, ya que está en relación directa con p.
No importa lo que valga n, la cantidad de números inductivos no se altera al sumarlo o restarlo. Hay tantos números impares como números en total. Nuestro conocimiento se limita a enunciar las relaciones entre ciertos conjuntos de nuestras propias impresiones sensoriales; y estamos convencidos por nuestras limitaciones de que "un factor infinito y desconocido" debe estar oculto dentro de la esfera de la cual no vemos más que una ínfima parte de la superficie. En cuanto a la razón en sí misma, ¿qué es más cierto que sus leyes no son más que la expresión consciente de los límites que nos impone nuestra naturaleza animal, y que atribuirles una validez universal, o incluso un significado, es una locura lógica, el delirio de nuestra megalomanía? La experimentación no prueba nada; es obvio que estamos obligados a correlacionar todas las observaciones con la estructura física y mental cuya verdad estamos tratando de probar.
De hecho, podemos suponer un axioma "irracional" y traducir el conjunto de nuestros conocimientos en sus términos, sin temor a tropezar con ningún obstáculo. La razón no es más que un conjunto de reglas desarrolladas por la humanidad; no tiene en cuenta nada más allá de las impresiones sensoriales y sus reacciones a diversas partes de nuestro ser. No es posible escapar del círculo vicioso de que sólo podemos registrar el comportamiento de nuestro propio instrumento. Del hecho de que se comporte en absoluto, concluimos que debe haber "un factor infinito y desconocido" actuando sobre él. Siendo este el caso, podemos estar seguros de que nuestro aparato es intrínsecamente incapaz de descubrir la verdad sobre cualquier cosa, siquiera en parte.
Permítanme ilustrarlo. Veo una gota de agua. Desconfiando de mis ojos, la pongo bajo el microscopio. Todavía con dudas, fotografío y amplío la muestra. Comparo mis resultados con los de otros. Los compruebo cultivando los gérmenes en el agua e inyectándolos en los enfermos. ¡Pero no he aprendido nada sobre "lo infinito y desconocido", tan solo produciendo todo tipo de impresiones que varían dependiendo de las condiciones en las que se observa!
Más aún, todos los instrumentos utilizados han sido probados y declarados "verdaderos" basándose en la evidencia de esos mismos ojos, la desconfianza sobre los cuales me llevó a la investigación.
La Ciencia Moderna ha salido por fin de la seguridad arrogante propia de los jóvenes del siglo XIX. Ahora se admite que los axiomas mismos dependen de las definiciones, y que la Certeza Intuitiva es simplemente un rasgo del "homo sapiens", como las orejas del asno o la baba de la babosa. Que razonemos como lo hacemos sólo demuestra que no podemos razonar de otra manera. No podemos mover el maxilar superior; de ello no se deduce que la idea de movimiento sea ridícula. La limitación indica más bien que puede haber una variedad infinita de estructuras que la mandíbula no es capaz de imaginar. El sistema métrico no es el único modo de medición necesario. Es el indicio de una mente no entrenada, que toma sus propios procesos como válidos para todos los hombres, y sus propios juicios como verdad absoluta. ¡Nuestros dos ojos ven un objeto bajo dos aspectos, y presentan a nuestra conciencia un tercero que no concuerda con ninguno de los dos, y que, en rigor, no es sensible a la vista, sino al tacto! Nuestros sentidos declaran que algunas cosas están en reposo y otras en movimiento; nuestra razón corrige el error, en primer lugar negando que algo pueda existir a menos que esté en movimiento, y en segundo lugar negando que el movimiento absoluto posea significado alguno.
En el momento en que este Libro fue escrito, la Ciencia oficial despreciaba con enojo el "factor infinito y desconocido" y se aferraba con patética fe a la idea de que la razón era la piedra de toque de la verdad. En una sola frase, Aiwaz anticipa los descubrimientos mediante los cuales las mentes más grandes actualmente encarnadas han hecho que los últimos diez años sean memorables.